La Selección tuvo su día soñado en Beijing. Goleó a Brasil, su clásico rival, por 3-0 y consiguió el pase a la final para defender el oro conseguido en Atenas. El equipo del Checho jugó su mejor partido del torneo y dejó a Dunga y compañía con una herida difícil de cicatrizar. Agüero se destapó y metió dos. Riquelme, de penal, hizo el otro. En la definición, Argentina se medirá con Nigeria como en Atlanta 96.
Agüero festeja uno de sus dos goles. El ex Rojo apareció cuando se lo necesitaba. (EFE).
El fútbol siempre da revancha. Y aunque digan que la venganza es un plato que se sirve frío, Brasil quedó bien calentito. Derrota en la final de la Copa América de Perú en 2004, derrota en la final de la Copa Confederaciones en 2005 y derrota en la final de la Copa América de Venezuela, el año pasado. Tres golpes durísimos para Argentina, un país y una Selección que respira fútbol.
Todo llega. La semifinal en los Juegos Olímpicos se presentaba como una oportunidad única para el equipo que conduce Sergio Batista, y no la iba a desaprovechar. Argentina aplastó, humilló, vapuleó a Brasil por 3-0 en Shanghai y se clasificó para disputar el oro ante Nigeria, el sábado (desde la 1 en nuestro país), en el Nido de Pájaro. Pero sobre todo, ganó como quiere la gente: con coraje y buen juego.
La primera etapa sirvió de estudio. Especulaciones, dudas, miedos... De ambos. La dupla Riquelme-Messi no pesaba. Porque Dunga otra vez designó una marca personal para Román. Lucas se pegó al diez de la camiseta del enganche argentino. Anderson y Marcelo se encargaban de rodear a la Pulga cada vez que el crack se tiró a la derecha. Por el lado de Brasil, Ronaldinho, muy estacionado en la banda izquierda, intentaba poner su talento a disposición de Sobis, que quedó muy solo arriba. Entre Mascherano, Zabaleta y Gago se lo comieron.
Algunas alarmas que se encendieron. Las escaladas de Rafinha por la derecha ante la impotente marca de Di María y de Monzón. Y Sobis, que a pesar de su soledad, complicó al fondo argentino. Un desborde del lateral terminó con un centro atrás que el delantero de Betis no pudo definir de taco. Quedaba muy lejos Agüero en ese primer tiempo, aunque el Kun se las ingenió para generarse su propio espacio y rematar de zurda desviado, a los 10. La más clara en el primer tiempo.
No claudicó nunca Riquelme en su intención de pisar la pelota y organizar el juego de Argentina. A pesar del molesto Lucas, la intención de atacar del equipo siempre pasó por el cerebro de Román. Pero el marcador se abrió por otros motivos. La presión de Gago y Mascherano dio resultado. Brasil perdía la pelota cerca de su arco. A los 7, el volante central del Real Madrid abrió para Di María. El zurdo sacó un zurdazo violento al área, mitad tiro al arco, mitad centro. Y ahí apareció el Kun Agüero para ponerle el pecho al balazo, para empujarla a la red y establecer el 1-0.
Después del gol argentino, Dunga decidió reemplazar a Hernanes y a Sobis, en lugar de Alexandre Pato y Thiago Neves. Dos nombres que asustan. Pero más asustaron Pareja y Garay, que marcaron siempre con firmeza. También metieron miedo los dos volantes centrales argentinos, para recuperar y distribuir. Aniquilaron las pretensiones de Brasil a pesar de un tiro en el palo de Sobis y de un desborde de Rafinha.
Siempre intentó jugar Argentina y Riquelme. Román jugó rápido un tiro libre sobre la izquierda con Messi. Quedó para Di María que se la devolvió a Messi. La Pulga encaró, juntó rivales y abrió hacia la derecha para Garay, que se quedó en el área. El central le dio fuerte y cruzado. Otra vez Agüero, bien ubicado, llegó al corazón del área y anta la mirada estéril del arquero Renán, la empujó al gol para el 2-0.
La desesperación de Brasil lo hizo salir del fondo en busca del descuento. Ronaldinho estrelló un tiro libre en el palo derecho de Romero (lo único que hizo el nuevo jugador del Milan), en el rebote Marcelo le dio al arco y Pato la desvió al gol. Pero la jugada fue anulada por el árbitro uruguayo Martín Vázquez. A partir de ahí, la pelota siempre se movió bajo la suela de Riquelme. El enganche no tuvo demasiado peso en ofensiva. Pero manejó los tiempos, bancó con aplomo las patadas y el asedio desesperado de Brasil por recuperar rápido la pelota e ir por el milagro. Ordena, acomoda, le dio aire al equipo... Y como en el último Superclásico y su recordado tiro libre, ahora de lateral generó su gol. Defendió la pelota sobre la derecha, ganó el saque de banda. Mientras charlaba con el asistente, armaba la ofensiva. Hizo el saque para Messi que encaró hacia el medio y tocó para Agüero en el área. Breno lo bajó y fue penal. Riquelme se hizo cargo y puso el 3-0 con autoridad.
Después, Brasil se descontroló. Lucas primero y Thiago Neves después, castigaron a Mascherano y vieron la roja para que el equipo de Dunga demostrara aún más la superioridad Argentina. Un triunfo impecable de Argentina. Para tomarse revancha, para gozar al clásico rival, para disfrutar. Ahora se viene otra parada brava y otra oportunidad de borrar con el codo la tristeza del pasado. Nigeria será el rival en la final del sábado, ese mismo equipo africano que en Atlanta 96' le robó el oro a Argentina. Es hora de recuperar y de defender lo propio.
* Extraído do site Olé, publicado hoje.
Todo llega. La semifinal en los Juegos Olímpicos se presentaba como una oportunidad única para el equipo que conduce Sergio Batista, y no la iba a desaprovechar. Argentina aplastó, humilló, vapuleó a Brasil por 3-0 en Shanghai y se clasificó para disputar el oro ante Nigeria, el sábado (desde la 1 en nuestro país), en el Nido de Pájaro. Pero sobre todo, ganó como quiere la gente: con coraje y buen juego.
La primera etapa sirvió de estudio. Especulaciones, dudas, miedos... De ambos. La dupla Riquelme-Messi no pesaba. Porque Dunga otra vez designó una marca personal para Román. Lucas se pegó al diez de la camiseta del enganche argentino. Anderson y Marcelo se encargaban de rodear a la Pulga cada vez que el crack se tiró a la derecha. Por el lado de Brasil, Ronaldinho, muy estacionado en la banda izquierda, intentaba poner su talento a disposición de Sobis, que quedó muy solo arriba. Entre Mascherano, Zabaleta y Gago se lo comieron.
Algunas alarmas que se encendieron. Las escaladas de Rafinha por la derecha ante la impotente marca de Di María y de Monzón. Y Sobis, que a pesar de su soledad, complicó al fondo argentino. Un desborde del lateral terminó con un centro atrás que el delantero de Betis no pudo definir de taco. Quedaba muy lejos Agüero en ese primer tiempo, aunque el Kun se las ingenió para generarse su propio espacio y rematar de zurda desviado, a los 10. La más clara en el primer tiempo.
No claudicó nunca Riquelme en su intención de pisar la pelota y organizar el juego de Argentina. A pesar del molesto Lucas, la intención de atacar del equipo siempre pasó por el cerebro de Román. Pero el marcador se abrió por otros motivos. La presión de Gago y Mascherano dio resultado. Brasil perdía la pelota cerca de su arco. A los 7, el volante central del Real Madrid abrió para Di María. El zurdo sacó un zurdazo violento al área, mitad tiro al arco, mitad centro. Y ahí apareció el Kun Agüero para ponerle el pecho al balazo, para empujarla a la red y establecer el 1-0.
Después del gol argentino, Dunga decidió reemplazar a Hernanes y a Sobis, en lugar de Alexandre Pato y Thiago Neves. Dos nombres que asustan. Pero más asustaron Pareja y Garay, que marcaron siempre con firmeza. También metieron miedo los dos volantes centrales argentinos, para recuperar y distribuir. Aniquilaron las pretensiones de Brasil a pesar de un tiro en el palo de Sobis y de un desborde de Rafinha.
Siempre intentó jugar Argentina y Riquelme. Román jugó rápido un tiro libre sobre la izquierda con Messi. Quedó para Di María que se la devolvió a Messi. La Pulga encaró, juntó rivales y abrió hacia la derecha para Garay, que se quedó en el área. El central le dio fuerte y cruzado. Otra vez Agüero, bien ubicado, llegó al corazón del área y anta la mirada estéril del arquero Renán, la empujó al gol para el 2-0.
La desesperación de Brasil lo hizo salir del fondo en busca del descuento. Ronaldinho estrelló un tiro libre en el palo derecho de Romero (lo único que hizo el nuevo jugador del Milan), en el rebote Marcelo le dio al arco y Pato la desvió al gol. Pero la jugada fue anulada por el árbitro uruguayo Martín Vázquez. A partir de ahí, la pelota siempre se movió bajo la suela de Riquelme. El enganche no tuvo demasiado peso en ofensiva. Pero manejó los tiempos, bancó con aplomo las patadas y el asedio desesperado de Brasil por recuperar rápido la pelota e ir por el milagro. Ordena, acomoda, le dio aire al equipo... Y como en el último Superclásico y su recordado tiro libre, ahora de lateral generó su gol. Defendió la pelota sobre la derecha, ganó el saque de banda. Mientras charlaba con el asistente, armaba la ofensiva. Hizo el saque para Messi que encaró hacia el medio y tocó para Agüero en el área. Breno lo bajó y fue penal. Riquelme se hizo cargo y puso el 3-0 con autoridad.
Después, Brasil se descontroló. Lucas primero y Thiago Neves después, castigaron a Mascherano y vieron la roja para que el equipo de Dunga demostrara aún más la superioridad Argentina. Un triunfo impecable de Argentina. Para tomarse revancha, para gozar al clásico rival, para disfrutar. Ahora se viene otra parada brava y otra oportunidad de borrar con el codo la tristeza del pasado. Nigeria será el rival en la final del sábado, ese mismo equipo africano que en Atlanta 96' le robó el oro a Argentina. Es hora de recuperar y de defender lo propio.
* Extraído do site Olé, publicado hoje.
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